Claves para convertir una ciudad en una Smart City

Smart Cities II

Smart Citiy. Vaya término. Es uno de esos conceptos de moda en el que difícilmente caben las diferentes concepciones que sobre el mismo tienen unos y otros. Si escuchamos a alguien de la Administración Pública, pintará un cuadro que, probablemente, se parezca como un huevo y una castaña al que pintaría una empresa tecnológica, a su vez totalmente diferente al que pintaría una Universidad. Lo mejor de todo es que si preguntáramos a los ciudadanos de una gran urbe, la idea que tendrían sería, casi con total seguridad, radicalmente distinta a las anteriores. Es difícil ponerse de acuerdo en un concepto tan amplio como la «inteligencia» aplicada a una cuidad.

Intentemos ponernos de acuerdo, aunque sólo sea para cerrar el alcance de este artículo. Digamos que entendemos por Smart Citiy, aquella ciudad que utiliza la tecnología para prestar de forma más eficiente los servicios urbanos y mejora la calidad de vida de los ciudadanos. Es posible que no todo el mundo esté de acuerdo con esta definición, pero estará usted de acuerdo conmigo en que es una definición suficientemente amplia para considerarla razonable.

Establecida la definición de lo que consideramos una Smart City (al menos a lo largo de este post), me permito la licencia de asegurar que éste es un ámbito extremadamente propenso a la “opinática”, permítaseme semejante término. Llevo años trabajando con las Smart Cities desde el punto de vista de quien intenta aportar el que, para mí, es el componente más importante de una Smart City: la tecnología. Basándome sólo en mi propia experiencia de búsqueda de conocimiento a cerca de esta temática, puedo argumentar que es difícil encontrar gente con criterio, con experiencia, con historia y conocimientos adquiridos en base a errores y correcciones. Igual de difícil es eso como fácil resulta encontrar a gente hablando del tema con el único bagaje de haberse leído varios estudios de prestigiosas consultoras sobre el particular, a las que también les arrogo el tan noble arte de “sacar el dedo a paseo” a la hora de hablar de tendencias y estado del arte en lo que refiere al tema que nos ocupa. En resumen, es un privilegio cuando encuentras profesionales que realmente se han bregado en proyectos concretos intentando conseguir lo que en estos tiempos es el objetivo de cualquier urbe: convertirse en una Smart City.

Hace algunas semanas tuve la suerte de compartir varios días de reflexiones y análisis con uno de estos rara avis: Jose Antonio Teixeira, Director General de Innovación del Ayuntamiento de Santander (España). Jose Antonio ha sido el artífice de convertir a Santander en una de las ciudades de referencia en España dignas de llevar el apellido «Smart». En este artículo me gustaría compartir algunas de las ideas que tratamos en nuestras sesiones y que, a mi modo de ver, son claves a la hora de plantearse un proyecto de Smart City.

Planificar

Invertir tiempo en planificar. Y digo invertir y no gastar. Una buena planificación es sumamente importante. Cuanto más tiempo se dedique a la planificación, menos problemas aparecerán a la hora de implementar. Parece obvio, pero no lo es tanto. Es necesario generar un Plan Estratégico y consensuarlo con todas las fuerzas políticas de la municipalidad. Es importante que el Plan Estratégico esté «bendecido» por todos los grupos políticos para que pueda traspasar ciclos cuatrienales y ser sostenible. Ésta, quizás, sea la parte más difícil del proceso que requerirá al sponsor político del proyecto no pocas artes de negociación y mucha capacidad de inclusión de nuevas ideas.

Mostrar avances

Es de vital importancia incluir en la planificación determinados hitos que permitan al equipo de Gobierno y al mismo Alcalde mostrar avances y pequeños progresos en la estrategia de convertir la ciudad en una Smart City, máxime cuando, como es normal, esa estrategia ha formado parte de un programa electoral y de una promesa del gestor público a sus votantes. No sólo hay que ser bueno, hay que parecerlo.

Involucrar a toda la organización

Imprescindible el liderazgo político, fundamental el empoderamiento del área de IT dentro de la estructura jerárquica del ayuntamiento, pero es primordial que el proyecto lo compre toda la organización, incluyendo los que, al final del día, van a tener que trabajar activamente en él: los técnicos municipales. Si no se cuenta con ellos desde un principio y si no se les incluye en la definición, va a ser muy complicado que después se dejen las pestañas trabajando en el proyecto. Más aun cuando saben que es muy posible que en cuatro años, todo el equipo que está impulsando el proyecto desde el liderazgo político, cambie.

Buscar la especificidad de cada ciudad

Cada ciudad tiene una personalidad propia. Todos lo sabemos bien. Unas tienen un marcado carácter turístico, otras industrial, otras universitario, otras son enlace en importantes rutas comerciales,… cada una tiene su peculiaridad. Es muy importante encontrar lo que realmente hace a esa ciudad diferente y que todo el proyecto pivote sobre ese concepto. Si el proyecto Smart City se orienta a la principal característica de la ciudad, el proyecto gana potencia.

¿Una pista de por dónde empezar? Iluminación.

La iluminación es el mejor servicio con el que comenzar un proyecto de Smart Cities.

  • Es un proyecto orientado al ahorro. Un proyecto bien planteado puede generar unos ahorros anuales en la factura de la luz a un ayuntamiento de hasta un 65%. Esto hace que el proyecto sea sostenible económicamente, aunque para eso debe ser sostenible técnicamente.
  • Es un proyecto con visibilidad para el ciudadano. Pocas cosas son tan notorias en una ciudad como la calidad de la iluminación. Es ciudadano percibe de forma inmediata una mejora en el ese servicio público. La ciudad se embellece y se hace más segura.
  • La farola es el elemento más capilar que tiene un ayuntamiento en su ciudad, por lo que empezar por ese servicio te permite modificar las farolas para albergar futuros elementos necesarios para la sensorización de otros servicios públicos (aparcamiento, videocámaras,…)

Open Source

Una pieza clave de la estrategia de Smart City es una plataforma que procese toda la información que generan los miles de sensores instalados para los diferentes servicios públicos, la correlacione y la muestre de forma y manera que permita conocer de forma precisa cómo está funcionando la ciudad. Que esa plataforma sea Open Source va a permitir potenciar el desarrollo de un tejido empresarial de autónomos y emprendedores alrededor de los datos generados y compartidos por la propia Administración Pública. A día de hoy, el estándar que se está imponiendo en Europa es FiWare.

Claridad de ideas. Algo importante y poco frecuente en estos rubros.

La era de la caducidad

Estamos en un momento excitante de la historia sin apenas ser conscientes de ello. Creo que nos estamos perdiendo los cambios que están ocurriendo a nuestro alrededor igual que la rana que no salta del agua que se calienta poco a poco hasta que se achicharra sin darse cuenta. Si a esa misma rana la metieras en agua a 80 grados de golpe, el salto que daría sería similar al que daría cualquier sociólogo de la generación de mi padre si de repente se encontrara con los últimos fenómenos mediáticos y sociales que hemos sufrido en 2010: Wikileaks, Twiter, Facebook,…

Sólo por dar algunos datos, Facebook ya tiene 600 millones de usuarios y en 2010 se generaron 25 mil millones de tweets (la cifra marea). En el primer semestre de 2010, los usuarios de Twitter crecieron un 44%!!. Estas redes sociales supone un cambio radical en la forma de comunicarnos, en la forma en la que la sociedad y los ciudadanos interactuamos con el orden establecido. La red está contribuyendo a la democratización y a la globalización de todos los aspectos de la vida. Y eso es bueno. ¿O no?

Los efectos colaterales que esta democratización trae consigo es que estamos entrando en la era de la caducidad. Me explico. La velocidad que estas herramientas de comunicación social están imprimiendo a nuestro modo de vida hace que no nos dé tiempo a digerir tanta información, y menos a establecer unas guías morales o de comportamiento que sirvan a las generaciones más jóvenes de faro en el proceloso mar de su acelerada existencia. Estamos en un mundo en el que la velocidad a la que se genera (y destruye) información es tan alta, que no da tiempo a digerirla ni a que se consolide en nuestro cerebro de forma que configure un prisma a través del que ver la vida.

Es lo que toca, ni bueno ni malo. O al menos depende a quien le preguntes. Mis abuelos recibieron miles de veces menos información que yo en toda su vida, y la consolidaron mucho más en su forma de ver la vida. Ellos tenían unas cuantas verdades inamovibles fruto de una constancia en la información que recibían de sus mayores, sus  semejantes, la sociedad,… etc. Sin embargo, yo, aun habiendo recibido muchísima más información que ellos, tengo menos cosas claras y mis verdades son mucho menos inamovibles que las suyas. Y si pienso en mis hijos, me da vértigo. Seguramente vivirán en un entorno en el que recibirán miles de veces más información que la que he recibido yo a lo largo de mi vida, y millones de veces la que recibió mi abuelo. En este entorno, para un joven que esté en el proceso de formación de su personalidad y de su identidad como adulto, se me antoja muy complicado filtrar lo importante de lo superfluo, lo dañino de lo inocuo, lo veraz de la manipulación. Ésta es una faceta que normalmente los padres no incluimos en las prioridades educativas para nuestros hijos. Y deberíamos, claro que deberíamos.

Pero no todo es negativo en este entorno. Las nuevas generaciones son más libres de prejuicios que nosotros (hablo de los nacidos en los 60-70) y cuestionan el cinismo y la mentira en todas sus variantes, precisamente porque tienen dónde contrastar información, y porque millones de usuarios compartiendo información en tiempo real piensan como una única red neuronal a la que es difícil engañar o manipular.

Como casi todo en la vida, todo tiene su cara buena y la no tan buena.

Manifiesto En defensa de los derechos fundamentales en internet

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de Internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que:

  1. Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
  2. La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
  3. La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
  4. La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
  5. Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
  6. Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
  7. Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
  8. Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
  9. Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
  10. En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

¿Cómo buscaremos información en unos años?

Leyendo algunos blogs de tecnología que considero interesantes (mención especial al de Enrique Dans), llego a este post en el Offical Google Blog: The future of seach.
El post es realmente interesante. Plantea conceptos de respuesta a búsquedas de información que ahora nos parecen de ciencia ficción, pero que en unos años formarán parte de nuestra lógica de interacción con el mundo. Como bien comenta Marissa Mayer (Google VP Search Product and User Experience), nuestro estado
actual en cuanto a la búsqueda información puede ser comparada con el conocimiento de física que teníamos en el siglo XVII, claro que las cosas en las tecnologías de la información no avanzan a la misma velocidad que la física de hace cuatro siglos.
Tal y como comenta Marissa, en temas de búsqueda de información estamos en un problema tipo 90/10, donde el 10% que nos queda para llegar a la perfección supone el 90% del trabajo que queda por hacer. Podemos encontrar casi el 90% de todas nuestras búsquedas de información con los medios que tenemos actualmente en Internet. Quizás no de forma ideal y con algún esfuerzo de depuración, pero con tiempo y una caña, consigues enterarte de casi cualquier tema. El 10% que queda se refiere a futuras soluciones que proporcionen la información requerida de una forma eficiente, relevante y cómoda, esto es, la información adecuada en cualquier dispositivo (movilidad), multimedia, personalizada a mis peculiaridades sociales o de localización y en mi idioma. Para esto queda el 90% del trabajo y puede llevarnos décadas, pero está claro que este campo es uno de los que más recorrido tendrá en las próximas décadas.
Para muestra, un concepto muy interesante que en algún momento formará parte de nuestra más rutinaria cotidianidad.

Los timadores llegan a LinkedIn

Parece que los “scammers” (piratas, defraudadores,…) han encontrado un nuevo objetivo para sus fechorías: LinkedIn, una red social para profesionales. Para estos timadores profesionales, los usuarios de LinkedIn son un caramelito en dulce: no están tratando con quinceañeros sin un duro (principales usuarios de otras redes sociales), sino con todo lo contrario, profesionales con años de experiencia y de clase media-alta. 

La técnica del timo es bastante antigua y bien conocida como la carta nigeriana o el timo 419 (por el número de artículo del código penal de Nigeria que viola), consistente en hacerse pasar por un inversor extranjero buscando un socio en neustro país que le ayude a manejar grandes sumas de dinero en un sistema financiero que no conoce, por lo que solicita colaboración pidiendo los datos de la cuenta bancaria de su víctima. Ésta sólo necesita darle acceso a su cuenta bancaria con la promesa de usarla para mover grandes sumas y quedarse con una comisión, y ya está,… desplumado.

Lo que parece claro es que están teniendo bastante éxito en LinkedIn y en otras redes sociales debido a la confianza depositada por sus usuarios y a la cantidad de información sensible que éstos publican en ellas.

LinkedIn es el último de una larga serie de sitios de red social atacados. Otros como MSN y PerfSpot han sido directa o indirectamente utilizados para actividades fraudulentas de phishing. Y, por supuesto, las redes sociales más populares, como Facebook y MySpace son objetivo de actividades fraudulentas on-line como la instalación de spyware o adware.

Algunos ejemplos de ataques a redes sociales:

¿Un nuevo MSN?